La convicción de los Fariseos: cáncer y Oposición canalla.

Ahora el problema es el “falso positivo”. La Presidenta fue operada y no tiene cáncer.

Lo que en principio debería ser un motivo de alegría para cualquiera, es decir que alguien alguna vez le gane al menos una batalla al cáncer, esta vez ha sido para unos cuantos un serio motivo de desconcierto, tristeza y crispación.

Lo lamento por ustedes, señores y señoras de la Oposición (aunque muy bien no se a qué me refiero cuando los nombro así), porque mientras en otros países ser de “la Oposición” es un honor, un trabajo y un deber institucional, constitucional y político, aquí parece ser miembro de un panel de opinólogos y de maestros del fracaso.

¡Qué increible!. ¡Qué poco entienden al pueblo que quieren gobernar!. Ellos dicen “engaño” y muchos del pueblo dicen “milagro”. Es tan válido que ellos crean que nunca tuvo cáncer, como es tan válido que su pueblo piense que estuvo enferma y fue curada por el milagro de Dios o del amor de quienes la quieren. Todo es opinable. Cuando la ideología tiñe y nubla los pensamientos todo es posible.

Lo que no es posible ni debe permitirse nunca es que la mala intención, la hipocresía y la maldad moldeen los pensamientos y las declaraciones públicas de nuestros dirigentes, los de ningún partido. Todo dirigente que quiere gobernarnos o que quiere llegar algún día a gobernarnos debe dar primero muestra de que no es una mala persona, de que no es capaz de regodearse ante el dolor ajeno, aunque sea el de su contendiente.

¿Esa gente no tuvo nunca un pariente cercano muerto de cáncer?. ¿Nunca tuvo que acompañar a un ser querido a recibir un diagnóstico?. ¡Qué poco humanos que son!. ¡Por Dios!. ¡Qué poca clase, que poca humanidad y qué poca altura que tienen!. ¡Ver tantos buitres y caranchos de poca monta y de bajo vuelo!. ¡Cuántos fariseos que hay en la política argentina, que se nos presentan como sepulcros blanqueados pero que por dentro están llenos de huesos, restos y pestilencia!.

Qué lástima que haya tanta gente intelectualmente capaz que, por un segundo de televisión o de radio, son capaces de decir cualquier cosa, sobre cualquiera y en cualquier momento sin importar nada y con total impunidad. Qué lástima que haya ex candidatos que amparándose en su condición de médicos sean citados por cierta prensa para sembrar la duda, la desconfianza y el recelo. ¡Qué lastima me dan!. Todos ellos. ¡Qué indignos que son de gobernar este país!. Más hablan ellos, yo más me convenzo de que nos urge una seria y profunda renovación dirigencial.

Yo no quiero volver al 55, ni a los tiempos de la 125. No quiero ver nuevamente a los argentinos odiando a los argentinos, unos contra otros, deseando el mal de los demás y todos en contra de los otros.

Hacía ya un tiempo que no veía ni escuchaba este odio en algunos argentinos, sobre todo en algunos dirigentes argentinos de nuestra malograda Oposición. Hace como tres años, desde los tiempos de la Resolución 125 que no escuchaba expresiones tan bajas, tan viles, tan ruines, tan baratas.

Leer y escuchar a varios “dirigentes” de la Oposición hablando con toda impunidad y liviandad sobre la salud de nuestra Presidenta, me retrotrajo a los tiempos de la 125, cuando me tocó ver, palpar, sentir, oler, un odio parecido –igual diría yo- al que animaba a la oligarquía antiperonista del 55.

Me hizo acordar realmente al odio que vi en los ojos de esas señoras de Barrio Norte que obligaban a sus mucamas con un rayo de mirada a golpear y a seguir golpeando la cacerolas en Callao y Santa Fe durante la mal llamada “crisis del campo”.

Y quizás el odio que estuve viendo en las calles en tiempos de la 125 y el odio que leo, veo y escucho por estos días de la operación de la Presidenta, fue un odio más parecido al que padeció la Argentina de nuestros padres y de nuestros abuelos, en la que los padres y los abuelos y las abuelas de estos que vociferan contra la Presidenta, gritaron en su tiempo “viva el cáncer” cuando se enteraron que Eva Perón se moría.

Si necesitaba alguna dosis de peronicilina para reafirmar mi peronismo o para reafirmar mi convencimiento en que las ideologías no han muerto y que los enemigos del pueblo están más vivos que nunca, sobre todo en la Buenos Aires de Macri y del neoliberalismo residual, creo que esa peronicilina –como yo la llamo- me fue definitivamente inoculada la noche del primer cacerolazo de la abundancia en tiempos de la 125 y la última aplicación de dosis me la dieron en estos días del post-operatorio presidencial.

Esas noches de la 125, los puños crispados, los insultos a la sexualidad de la Presidenta, las maldiciones, los deseos furibundos de muerte hacia esa mujer, me hicieron dar cuenta de que todavía la batalla final no ha sido dada en la política argentina contra el neoliberalismo residual.

Escudados tras un reclamo campero, que puede ser legítimo o no (no lo se porque no soy campero) miles de caras de odio, de dientes apretados y de puños cerrados marchaban hacia la Plaza de Mayo con la íntima esperanza en sus corazones de que la “yegua”, como ellos le dicen, se marchase temerosa hacia alguna cañonera anclada en el puerto de Buenos Aires. La misma esperanza que tenían ahora, aunque no lo digan abiertamente, de que la Presidenta tuviese una larga y dolorosa agonía disciplinante.

Que nadie trate de convencerme de que el reclamo del campo se quedaba únicamente en el escenario de la soja o de las reces. ¡No señores!. Que nadie se engañe: LA LUCHA FUE, ES Y SERÁ SIEMPRE IDEOLÓGICA.

Cuando uno es Oposición, nunca debe ser canalla.

Por ejemplo, Macri no se da cuenta que si ayer apoyaba el reclamo campero de la eliminación de las retenciones agrícolas, mañana los porteños –con la misma lógica de reclamo- podemos llegar a pedirle el fin de las retenciones inmobiliarias (ABL), el fin de las retenciones impositivas (Rentas) y otras tantas retenciones que también hace el gobierno de Buenos Aires y que, por cierto, las incrementó bastante. Cosa que no hay nunca que olvidar.

Porque no pueden ser buenos los aumentos en la Ciudad y malos los nacionales.

No seamos hipócritas. Lo malo es malo siempre y lo bueno siempre es bueno.

Estar con el pueblo siempre es bueno estar contra el pueblo siempre es malo.

Como también es malo gritarles negros de mierda a nuestros criollos pobres o yegua de mierda a una presidenta mujer, por el solo hecho de ser presidenta, peronista y mujer.

Recuerdo que en tiempos de la 125 me puso excesivamente mal un cartel que decía “señora Presidenta un par de zapatos tuyos vale lo mismo que nuestra cuatro por cuatro”. Esta es una agresión que, además de ser ridícula porque los valores son totalmente distintos, es una agresión terriblemente sexista y denigrante de la presidenta mujer, porque si el presidente fuera un hombre, jamás esos piqueteros de la abundancia hubiesen escrito semejante estupidez.

Atacan a la Presidenta en su condición de mujer. Y lo siguen haciendo.

Y lo que todavía más conmoción me causó es que tales agresiones a la Presidenta en su condición de mujer venían sobre todo de mujeres que la televisión mostraba con todo su desdén y con todo su odio hacia la gobernante de su propio género. Eran mujeres tratando despectivamente a la Presidenta como mujer, ellas mismas lo decían siendo mujeres.

¿Acaso esas señoras están convencidas de que son mejores por ser estancieras que otra mujer por ser política o dirigente social?. ¿Esas señoras estancieras y arrendatarias se creen mejores por nacimiento que Margarita Barrientos, Estela de Carloto y otras tantas mujeres que dejaron y dejan a diario su vida en la lucha social?. ¿Es mejor acaso la lucha por vender la carne o el cereal a buen precio, que la lucha por lograr para todos o al menos para un grupo de marginados un futuro apenas un poquito mejor?.

Y digo “un poquito mejor” porque no creo que el pobre que no tiene nada tenga a su vez grandes esperanzas. El pobre de toda pobreza, de toda indigencia, tiene aspiraciones más inmediatas, más cotidianas, más desesperantes que cambiar la cuatro por cuatro, agrandar el campo, o mandar a los hijos a Disney en un viaje de egresados.

No nos engañemos. La lucha nunca es sólo agropecuaria. La lucha nunca es sólo mediática. La lucha nunca es sólo científica o médica. LA LUCHA ES SIEMPRE IDEOLÓGICA.

Detrás de los arados y de las trilladoras marchan los antígenos del neoliberalismo y de la oligarquía, marchan escondidas las comadrejas que de vez en cuando salen de sus madrigueras para comerse las entrañas del peronismo, de los gobiernos populares y de las conquistas sociales en general. Del mismo modo, hoy en día, detrás de los pseudo dirigentes más “educaditos” y “mostrables” de la Oposición y de médicos acicateados por los medios de la Oposición y escudados tras una pseuda antisepsia se encuentra escondida la mayor carga viral destructiva del Proyecto Nacional, Popular, Humanista y Progresista que encarna hoy nuestra Presidenta.

No puede ser que sigan siendo tan golpistas. No puede ser que sigan siendo tan gorilas. No puede ser que sigan odiando tanto.

No nos dejemos engañar nunca más. No bajemos la guardia. El odio al peronismo y a los sectores populares es muy fuerte y está intacto en los corazones de mucha gente.

No son pocos los que añoran una Buenos Aires “limpita”, limpita de basura, limpita de papelitos y limpita de negritos, que para ellos es lo mismo.

Cuando el neoliberalismo, la derecha en general, llama a bajar las tensiones, yo decodifico que nos están diciendo que bajemos la guardia. Que bajemos las defensas y los anticuerpos contra su penetración y contra su dominación.

Lamentablemente ningún salvador neoliberal pudo hacer mucho todavía. El 54% los ha frenado, los ha desconcertado, los ha mostrado en toda su miseria, en toda su pequeñez y en toda su indignidad.

Señores neoliberales y colaboracionistas de algunas coaliciones y frentes lastimeros: dejen de mentir. Basta de fingir. Díganlo con todas las letras: nos quieren afuera para entrar ustedes a seguir haciendo lo único que saben hacer ustedes: repartirse el estado entre sus amigos, secuaces y testaferros liberales, como siempre lo hicieron.

No usen a la gente del campo. Gente laboriosa que trabaja el campo con sus manos. Gente que no tiene nada que ver con los dirigentes agropecuarios porque ellos saben bien lo que los dueños de la tierra en la que trabajan piensan de ellos. No usen a nuestros médicos, a nuestros hospitales, a nuestros mejores equipos médicos y científicos, como lo están haciendo ahora, para hacer campaña o tratar de arañar un minuto de televisión o de radio.

No los usen y no nos usen a todos como campo de batalla de su mezquina y evidente lucha ideológica anti-popular.

A la Patria se la sirve todos los días con actitudes patrióticas. Con servicios solidarios activos. Luchando por ideales mejoradores para todas y todos los habitantes de un país.

Se puede ser antiperonista. Se puede ser lo que cualquiera quiera ser. Pero lo que no se puede ser es golpista.

Lo que no se puede hacer es decirle “negro de mierda” a otro hermano argentino porque es pobre o porque tiene la piel oscura o menos educación o menos cultura o porque cree en este Proyecto y en su Presidenta, que es la Conductora del Proyecto.

Incluso se puede odiar al Peronismo.

Lo que no se puede es odiar a la gente porque es peronista o porque se siente cercana, protegida o consubstanciada por este Proyecto Nacional y Popular.

No nos dejemos engañar.

Cuando ellos nos dicen que “nos quedamos en el 45” lo hacen para decir que no seamos antiguos, que nos “aggiornemos”. Pero son ellos los que se quedaron en el 45 –o lo que es peor aún: se quedaron en el 55- porque tienen el mismo odio hacia el Peronismo que sus padres y sus abuelos tenían en el 45 y en el 55. Ese odio parece estar intacto, y está allí alimentando todas las batallas contra el campo nacional y popular.

No bajemos la guardia.

Ellos están siempre ahí. Esperando la oportunidad.

Hay una frase de Borges que nuestros enemigos usan mucho para denigrarnos.

Borges decía que los peronistas no éramos ni buenos ni malos, sino incorregibles.

No bajemos la guardia.

No nos dejemos engañar por todo el lavado de cara que sufrió la ideología borgiana, que durante tantos años sirvió para justificar todos los golpismos.

Aunque vengan sonriendo, aunque vengan envueltos en piel de cordero, tengamos siempre en cuenta que los neoliberales, y sobre todo los residuales, son incorregiblemente malos.



.