Desafío Ciudad 2013-2015: trasvasamiento dirigencial y tiempo de segundas líneas.

Ganó Cristina.

Tal cual. Como se lee. Ganó Cristina. En la Capital también ganó Cristina.

Que nos quede claro a todos, reitero, a todos: ganó Cristina.

Porque en la Capital cuando se realizaron las elecciones porteñas separadas de las nacionales y no estaba Cristina no ganaron los candidatos del FPV, ni los peronistas, ni los progresistas, ni los encuentristas, ni como se llamen los que apoyaban o todavía siguen apoyando a Cristina, como si Cristina hubiera necesitado de su apoyo para ganar esta elección.

¿Queda claro que la que ganó fue Cristina?. Creo que sí. Que no hay duda.

Y también creo que queda bien en claro que la Ciudad tampoco es de Macri o del PRO, porque a pesar de haber ganado ellos las elecciones porteñas, el abrumador triunfo de Cristina –reitero de Cristina- en el distrito porteño deja bien en claro que la Ciudad de Buenos Aires no es “Procista” y que Macri no tiene los votos cautivos que consiguió en su re-elección.

También los demás tienen que tener en claro que tampoco ganaron. Que no pueden seguir haciendo lo que vienen haciendo en la elecciones anteriores: es decir, festejar su derrota como si fuese el triunfo de la ética antisistema. Los porcentajes que sacaron son irrisorios y no alcanzan ni remotamente para que puedan llegar a ser, seriamente, protagonistas de nada.

Las actuales dirigencias han demostrado que, sin el liderazgo presencial de Cristina –por un lado- o sin lograr colocar a Cristina en el lugar de la amenaza o la confrontación –por el otro-, no pueden ni posicionar una idea, ni construir una estructura ni ganar por si mismos una elección.

Atención señoras y señores: en el 2013 los nacionales y populares no podremos contar con la tracción de Cristina. Los que se presenten a candidatos legislativos en todas las ramas y niveles deberán ser valiosos por sí mismos.

Y algo que es peor aún para el distrito Capital: en el 2015 los nacionales y populares no tendremos a Cristina traccionando votos y los macristas o procistas ya no tendrán a Macri intentando una nueva re-elección.

En 2013-2015 estamos solos muchachos. ¡Hay que ponerse los pantalones largos!.

Unos y otros debemos empezar a mirar para adentro de nuestros partidos y mirar hacia los cuadros que no han sido quemados por el fracaso implacable de las urnas, del descrédito y de las malas gestiones gubernamentales y políticas.

Debemos terminar en todos los partidos y en todos los espacios con aquellos candidatos que no vienen de ganar nada, una y otra vez.

Tenemos que dejar de seguir las orientaciones políticas de los fiscales del fracaso, de aquellos que vienen de porcentajes mínimos, irrisorios, de respaldo electoral.

Es la hora de los mandos intermedios, de las segundas líneas, de los que llevan años y años haciendo de sostén y de andamio de todos aquellos líderes que han caducado su fecha de vencimiento.

Es la hora de los que vienen, años y años, conformando los cuerpos técnicos, las legiones y legiones de pacientes asesores y dirigentes barriales, institucionales y sindicales que venimos dando letra y contenido a los proyectos y programas de leyes y de gobierno que no pueden llevarse a la práctica porque los líderes partidarios no ganan elecciones o las ganan pobremente, de manera insuficiente para poder imponer nada de nada.

La solución es poner en práctica un verdadero “trasvasamiento”, pero uno que vaya más allá del “generacional” formulado por el general Perón. A mi no me dice nada un cambio de generación política por la simple solución numérica de la cifra menor en el valor edad.

Puede haber tantos jóvenes inservibles como viejos inservibles, casi en la misma proporción. Ser viejo o ser joven, en si mismo, no significa nada. Hay jóvenes maravillosos, inteligentes y productivos como también hay no tan jóvenes y más viejos todavía en las segundas líneas de nuestras instituciones, partidos y sindicatos con una capacidad intelectual, de trabajo y de participación realmente admirables.

Un trasvasamiento dirigencial, fundado únicamente en una cuestión de edad, ha traído a la Política nacional experiencias tan dolorosas como “la Coordinadora” o “el Grupo Sushi”, que no han servido más que para dotar a jóvenes compulsivos de sueldos inimaginables y de un poder político que no estaban, ni remotamente, capacitados para ejercer.

Lo dije en algún artículo anterior: la Política es resultadista y nadie puede imponer ninguna idea si no gana elecciones o si las gana por un margen exiguo de votos.

¿De qué nos sirve a los nacionales y populares porteños tener muchos diputados en la Cámara de Diputados de la Nación, si el Jefe de Gobierno de la Ciudad es Mauricio Macri o la mayoría en la Legislatura la tienen los legisladores Procistas?. Ciertamente de muy poco.

No podemos seguir perdiendo elecciones locales en la Ciudad de Buenos Aires. Los porteños vivimos en la Ciudad de Buenos Aires, necesitamos resolver cuestiones cotidianas de la Ciudad de Buenos Aires, queremos y nos merecemos tener una Buenos Aires mejor de la que tenemos.

En el distrito porteño estamos a cero. En el 2013-2015, como no está Cristina para nosotros, tampoco está Macri para ellos.

Lo que deja Macri detrás de él no es invencible. Pero tampoco nos descansemos en eso y nos sentemos confiados a esperar una victoria fundada tan solo en la ausencia de Mauricio Macri.

Nadie tiene los votos asegurados. Ni ellos ni nosotros.

De cara el 2013-2015 tenemos que formar y ofrecer al electorado porteño los mejores cuadros, los más formados, los más reconocidos y reconocibles, los de mayor actividad cuerpo a cuerpo con el vecino, con un conocimiento cabal, profundo, de la Buenos Aires subcutánea y de los problemas cotidianos de los porteños y las porteñas de a pie.

Necesitamos ofrecer cuadros con curriculum y no con prontuario, cuadros en los que veamos el germen de un éxito político potencial.

Necesitamos cuadros con vocación de convergencia, de trabajo mancomunado entre los que tengan ideologías similares, que puedan trabajar juntos si piensan iguales aunque estén en partidos distintos.

En lo personal, conozco en forma directa dirigentes institucionales, políticos y sindicales magníficos, que no han podido hasta ahora trascender la línea de flotación, por temor a ser eliminados de la carrera dirigencial o no ser bendecidos por el dedo nominador de cada partido.

Porque algo también es cierto, la política porteña es una política hecha y construida a dedo, sin internas, sin formación de cuadros, sin escritores de doctrina, sin muchos grandes oradores ni muchas personalidades descollantes en sus primeros niveles.

Salvo algunas y honrosas excepciones, nuestros partidos son prisioneros de muchos dirigentes puestos a dedo y que nominan –a su vez- con su propio dedo a quienes son “dignos” de acompañarlos en sus futuras gestiones.

Estamos llenos de políticos en lugares dirigenciales y legislativos que no tienen seguidores propios, que no tienen locales abiertos, que no pueden hacer un acto porque no pueden reunir más de veinte personas; y por otro lado, existen decenas y decenas de dirigentes de segunda y tercera línea que dirigen instituciones exitosas, que reúnen cientos de personas en múltiples actividades anuales, que tienen gran reconocimiento en su sector o en su comunidad y que, sin embargo, no reciben la bendición de los altos mandos de ningún partido.

Los partidos hay que trabajarlos, las instituciones hay que trabajarlas, no basta con presidir y figurar mientras los otros trabajan.

Repito y no me canso de repetirlo: 2013-2015 es el tiempo de las segundas y las terceras líneas, es el tiempo de los que se vienen preparando pacientemente, trabajando, estudiando, escribiendo y poniendo el cuerpo donde muchos sólo ponen la cara para la foto.

Si eso no se entiende de una vez por todas, no servirá de nada ni tener primarias, ni voto electrónico, ni reforma política, ya que todo eso sin cuadros representativos, sin militancia, sin mística y sin pasión no dejan de ser meros recursos de la teoría política.

Las segundas y las terceras líneas existen, y si muchos de nuestros líderes, sean del partido que sean, que no toman debida cuenta de su existencia, irán perdiendo base de sustentación, y sin esa base de sustentación no podrán tener cargos y sin cargos no podrán repartir contratos y si no pueden repartir contratos, muchos líderes ya no tendrán ni cargo, ni foto ni nada de nada.

Debemos sustituir la militancia del contrato por la militancia de la pasión y de la convicción.

A las segundas y a las terceras líneas sobra convicción y sobra pasión. Espero que los líderes de todos los partidos se den cuenta de eso y nos permitan trascender la línea de flotación política de cara al 2013-2015.

No deben tenernos miedo ni deben sentir aprensión porque nosotros estemos muy preparados, o tenemos instituciones muy prestigiosas o tenemos mucha convocatoria cada vez que hacemos un acto o una actividad institucional.

Todo lo que hacemos las segundas y las terceras líneas no lo hacemos únicamente para bien de nosotros, de quienes nos acompañan o de nuestras instituciones.

Todo eso está a disposición de nuestros partidos, de nuestros sindicatos y de nuestros líderes de primera línea, aún de muchos de esos que sin ganar nada figuran en los medios de comunicación a la cabeza de todo.

Espero que se entienda eso de una vez por todas, no queremos sacarle nada a nadie, sino aportar nuestro trabajo, nuestra fuerza, nuestra pasión y nuestra convicción para el bien de todos y para que podamos lograr construir entre todos esa Buenos Aires mejor que todos nos merecemos y en la que todos queremos vivir.

Que quede bien claro, todo lo claro que sea necesario: acá nadie pide ni el retiro ni la jubilación de nadie. Acá lo que se pide es la cohabitación. Una cohabitación pacífica y retroalimentadora, un intercambio de experiencia y una cesión paulatina de lugares a los que pueden ganar las elecciones que otros ya perdieron, y algunos las perdieron en forma contumaz y reiterada.

La carrera 2013-2015 ya comenzó. Quien diga lo contrario miente y lo hace por puro formulismo y por una simple prudencia ficticia y ceremonial.

En Política el éxito y el fracaso se construyen desde la hora cero, y en este momento en la Ciudad de Buenos Aires estamos en esa hora cero de cara al 2013-2015.

Lo que hagamos bien desde ahora será para beneficio de nuestro éxito. Lo que hagamos mal desde ahora, por el contrario, será para construir nuestro fracaso.

Es una ley de la Política de la que nadie escapa ni nadie ha escapado nunca.

Debemos haber bien las cosas desde ahora, incluyendo nuevas dirigencias, escuchando al militante y empezando a fortalecer a nuestros futuros líderes 2013-2015 desde ahora, sin esperar en todos los partidos el “dedo nominador” que distribuye candidaturas y ostracismos la noche anterior a los cierres de las listas.

Trasvasamiento dirigencial con cohabitación. Ese es el imperativo del aquí y del ahora.

Quiera Dios que así lo entiendan los dirigentes de todos los partidos.

Atención: enamorar militantes, exacerbar la militancia, lanzarla a la calle, hacerla cantar, pintar paredes, coser banderas, y cuando llega el momento de armar las listas nombrar amigos cercanos del cenáculo privado de los líderes es altamente peligroso para cualquier proyecto político que quiera perdurar a largo plazo.

Atornillarse a una silla no le hace bien a nadie. A la larga, ni a ellos mismos.

No vaya a ser que a todos les termine pasando lo que le pasará seguramente a la actual conducción nacional del Radicalismo, que ya no marchará con sus dirigentes a la cabeza, sino con la cabeza de sus dirigentes en las manos de sus propios correligionarios.

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