Cuando digo que quiero una Buenos Aires más segura, quiero decir que quiero, entre otras cosas y por lo menos:Una Ciudad que vuelva a ser segura aún para el más débil, para el que no tiene padrino, para el que no tiene revólver, para el que no tiene los medios o las agallas para jugarse la vida diariamente en el matar o morir.
Una Ciudad con una Fuerza Policial que no sea un cuerpo armado represivo y que sólo termine sirviendo para reprimir a cartoneros, piqueteros, manifestantes descontentos, artesanos, docentes y porteños en general.
Una Ciudad con un verdadero plan integral de Seguridad y no el pseudo-plan presentado el 17 de marzo de 2008, que sólo es un plan de distracción que no resuelve ni explica la competencia policial, la competencia judicial, la convivencia entre Policía Federal y Metropolitana, el despliegue territorial, entre muchas otras cosas de las que no habla. Atención porteños: la creación de una fuerza policial metropolitana no coordinada y superpuesta en funciones y competencia con la Federal no contribuye a dar mayor Seguridad sino a dar mayor profundidad al caos.
Una Ciudad cuya única estrategia frente a la inseguridad no sea contar con una fuerza policial propia. Creo que estamos recostando muchas expectativas en la creación de la Policía Metropolitana y el desencanto va a ser directamente proporcional a la ansiedad que esa alternativa nos provoca.
Una Ciudad en la que el problema de la Seguridad sea encarado de manera positiva. Es decir, que no debe combatirse la Inseguridad, sino buscarse la Seguridad de manera positiva y organizada.
Una Ciudad con una política de Seguridad que piense, organice e incluya las dos (2) Inteligencias: la humana y la logística; porque no hay que tenerle miedo a la Inteligencia, ya que la tarea de Inteligencia es la manera menos cruenta de buscar, planificar y alcanzar la Seguridad. No hay que tener miedo a hablar de Inteligencia cuando se habla de Seguridad, porque Inteligencia no es “espiar” a los potenciales delincuentes, sino anticiparse al delito mediante el estudio logístico de las probabilidades y hábitos delictivos.
Una Ciudad con una política de Seguridad que incluya pensar la categorización y excelencia de la carrera policial y la planificación de un Estado que se ocupe y preocupe de proteger a los que nos protegen, a los buenos policías que dan la vida por nosotros y de los que tantos caen año tras año en las calles de nuestra Ciudad.
Una Ciudad que no parta del preconcepto de que todo pobre es un delincuente potencial, pero que no sobreentienda que una persona que no sea pobre es –per se- una persona decente. Miles de delitos en la Ciudad de Buenos Aires se cometen porque personas que pueden comprar un celular, un estéreo o una autoparte a precio regular, se preocupan por comprarlos a precio reducido sin tener muy en cuenta si el poseedor original del bien robado fue tirado debajo del tren, fue baleado o fue víctima de apremios, abusos o violación.
Una Ciudad que estudie el problema de la Seguridad teniendo en cuenta la degradación del comportamiento urbano, las culpas concurrentes, la hipocresía social y la falsa demonización de ciertas actividades por el sólo hecho de ser precarias, nocturnas o recreativas.
Una Ciudad que estudie las culpas, pero también las complicidades.
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