Resurgimiento Político.

Cuando digo que quiero una Buenos Aires más politizada y movilizada, quiero decir que quiero, entre otras cosas y por lo menos:

Una Ciudad que vuelva a ser un templo laico de la cultura cívica.

Una Ciudad con partidos políticos fuertes y disciplinados, en los que la lealtad y el respeto por la conducción vuelvan a ser la razón de su fortaleza y de su organización estructural. Porque los partidos triunfadores, a mi entender, siguen siendo los que se organizan, los que logran y mantienen la lealtad de sus cuadros y los que son disciplinados.

Una Ciudad en donde los partidos políticos del campo popular no pacten ni consientan uniones con partidos o facciones enemigas de los sectores populares; y menos aún, con las fuerzas políticas o los factores de poder del neoliberalismo residual.

Una Ciudad resurgida, equilibrada, pacificada, segura, con un gobierno de tercera posición, nacional y popular que no sea fácil de engañar políticamente. Porque la neoderecha es contraria a toda idea, fuerza o iniciativa del campo popular. No nos olvidemos jamás que los liberales y la derecha vernácula fueron los instigadores y la mano de obra del funesto golpe militar de 1955 y de todas las persecuciones posteriores que sufrieron las fuerzas políticas, sindicales y sociales populares de nuestro país.


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