Cuando digo que quiero una Buenos Aires más ordenada y planificada, quiero decir que quiero, entre otras cosas y por lo menos:
Una Ciudad que no le tenga miedo al orden, a la planificación y a la organización. El orden y la organización no son más, a mi entender, que la expresión política del respeto por mi prójimo como ser próximo. Siempre digo que debemos seguir el ejemplo de los artistas. No hay espíritu más libre, más creativo y menos sujeto a normas formales que el del músico o el del actor, pero músicos y actores se someten a la partitura o al libreto para poder crear grupalmente una obra maravillosa. El orden y la organización son la melodía y la ley es la partitura. La organización dota de mayor utilidad a la vocación de servicio. Una acción desordenada o irrespetuosa, por más que sea buena y buena también la intensión, terminará por dañar, de alguna manera, hasta a la propia persona a la que quería beneficiar.
Una Ciudad que se anime a poner fin al caos de tránsito y al desorden y a la falta de planificación del transporte.
Una Ciudad en la que ser democrático y popular no sea sinónimo de desorden y de enemigo del orden.
Una Ciudad que sea gobernada por un sistema de Tercera Posición, un sistema “progresador”, popular, nacional, orgánico, organizado, pensado y planificado.
Buenos Aires necesita un modelo de gobierno adaptado y pensado para las necesidades y aspiraciones de las personas que viven, residen o transitan en Buenos Aires. Un gobierno que ponga su acento en la organización y que no reniegue del orden necesario para alcanzar el Progreso.
Los hombres y mujeres del Resurgimiento Porteño no debemos tener miedo al orden, porque orden es –precisamente- lo que la sociedad porteña necesita para alcanzar su definitivo progreso. Ordenarse, organizarse, pensar y planificar también pueden y deben ser virtudes sociales, democráticas y populares.
Buenos Aires necesita un gobierno de Tercera Posición, ni progresista ni conservador, sino “progresador”, que nos ordene, nos organice, nos planifique y nos conduzca al Resurgimiento.
Buenos Aires necesita un progreso realista y proactivo, que es –a mi entender- la íntima esencia del Resurgimiento Porteño.
Veamos ahora tres gráficos que preparé para que quede bien explicada la diferencia que veo entre la neoderecha residual, el Progresismo Ortodoxo y el modelo “progresador” de Tercera Posición que busca difundir e implantar el Resurgimiento.
He aquí mi gráfico explicativo de lo que yo entiendo y denomino como Modelo de Resurgimiento Porteño, Modelo Buenos Aires o Modelo de Tercera Posición porteña:
En mi concepción, un verdadero Resurgimiento Porteño debe buscar nuestro Progreso a través de la Organización y de la planificación, y sobre la base de la Organización y de la planificación, alcanzar, construir, fortalecer y preservar la Seguridad, la Cultura, la Educación, la Salud, la Producción, los Servicios, los Derechos Humanos, el Urbanismo, el Ambiente, el Orden y la Participación.
Ahora veremos mi gráfico explicativo de lo que yo entiendo y denomino como Progresismo Ortodoxo:
El Progresismo Ortodoxo pone todo su acento en la Participación. Pero no se preocupa mayormente por el Orden ni por la Organización.
El Progresismo Ortodoxo peca, muchas veces, por demasiado deliberativo. Se preocupa por ser excesivamente deliberativo, con discusiones participativas y permanentes, pero que no llevan –a veces- a ninguna parte y en las que –muchas veces- se discute por el mero, puro y simple placer de discutir.
A este tipo de Progresismo, el Ortodoxo, yo también lo llamo Progresismo Dialéctico, porque es el Progresismo del debate, pero muchas veces, del debate desordenado, antilogístico y que no nos lleva a ninguna parte. También le digo dialéctico porque en él militan muchos izquierdistas que no se animan a presentarse públicamente como izquierdistas por miedo a no ser socialmente potables o políticamente correctos en un momento determinado o para un sector social o mediático determinados.
Y por último,
He aquí mi gráfico explicativo de cómo yo veo a la neoderecha residual:
Una Ciudad que no le tenga miedo al orden, a la planificación y a la organización. El orden y la organización no son más, a mi entender, que la expresión política del respeto por mi prójimo como ser próximo. Siempre digo que debemos seguir el ejemplo de los artistas. No hay espíritu más libre, más creativo y menos sujeto a normas formales que el del músico o el del actor, pero músicos y actores se someten a la partitura o al libreto para poder crear grupalmente una obra maravillosa. El orden y la organización son la melodía y la ley es la partitura. La organización dota de mayor utilidad a la vocación de servicio. Una acción desordenada o irrespetuosa, por más que sea buena y buena también la intensión, terminará por dañar, de alguna manera, hasta a la propia persona a la que quería beneficiar.
Una Ciudad que se anime a poner fin al caos de tránsito y al desorden y a la falta de planificación del transporte.
Una Ciudad en la que ser democrático y popular no sea sinónimo de desorden y de enemigo del orden.
Una Ciudad que sea gobernada por un sistema de Tercera Posición, un sistema “progresador”, popular, nacional, orgánico, organizado, pensado y planificado.
Buenos Aires necesita un modelo de gobierno adaptado y pensado para las necesidades y aspiraciones de las personas que viven, residen o transitan en Buenos Aires. Un gobierno que ponga su acento en la organización y que no reniegue del orden necesario para alcanzar el Progreso.
Los hombres y mujeres del Resurgimiento Porteño no debemos tener miedo al orden, porque orden es –precisamente- lo que la sociedad porteña necesita para alcanzar su definitivo progreso. Ordenarse, organizarse, pensar y planificar también pueden y deben ser virtudes sociales, democráticas y populares.
Buenos Aires necesita un gobierno de Tercera Posición, ni progresista ni conservador, sino “progresador”, que nos ordene, nos organice, nos planifique y nos conduzca al Resurgimiento.
Buenos Aires necesita un progreso realista y proactivo, que es –a mi entender- la íntima esencia del Resurgimiento Porteño.
Veamos ahora tres gráficos que preparé para que quede bien explicada la diferencia que veo entre la neoderecha residual, el Progresismo Ortodoxo y el modelo “progresador” de Tercera Posición que busca difundir e implantar el Resurgimiento.
He aquí mi gráfico explicativo de lo que yo entiendo y denomino como Modelo de Resurgimiento Porteño, Modelo Buenos Aires o Modelo de Tercera Posición porteña:
En mi concepción, un verdadero Resurgimiento Porteño debe buscar nuestro Progreso a través de la Organización y de la planificación, y sobre la base de la Organización y de la planificación, alcanzar, construir, fortalecer y preservar la Seguridad, la Cultura, la Educación, la Salud, la Producción, los Servicios, los Derechos Humanos, el Urbanismo, el Ambiente, el Orden y la Participación.
Ahora veremos mi gráfico explicativo de lo que yo entiendo y denomino como Progresismo Ortodoxo:
El Progresismo Ortodoxo pone todo su acento en la Participación. Pero no se preocupa mayormente por el Orden ni por la Organización.
El Progresismo Ortodoxo peca, muchas veces, por demasiado deliberativo. Se preocupa por ser excesivamente deliberativo, con discusiones participativas y permanentes, pero que no llevan –a veces- a ninguna parte y en las que –muchas veces- se discute por el mero, puro y simple placer de discutir.
A este tipo de Progresismo, el Ortodoxo, yo también lo llamo Progresismo Dialéctico, porque es el Progresismo del debate, pero muchas veces, del debate desordenado, antilogístico y que no nos lleva a ninguna parte. También le digo dialéctico porque en él militan muchos izquierdistas que no se animan a presentarse públicamente como izquierdistas por miedo a no ser socialmente potables o políticamente correctos en un momento determinado o para un sector social o mediático determinados.
Y por último,
He aquí mi gráfico explicativo de cómo yo veo a la neoderecha residual:
El modelo de neoderecha pone su acento en el Orden. Sus campañas políticas se basan en prometer orden, limpieza y seguridad, pero no muestran preocupación ni por la participación ni por los Derechos Humanos.
Espero haberme explicado sobre este punto con la suficiente claridad.
Y por si no hubiese quedado totalmente claro, repito una idea que, sin duda, puede quedar como conclusión y como consigna:
Espero haberme explicado sobre este punto con la suficiente claridad.
Y por si no hubiese quedado totalmente claro, repito una idea que, sin duda, puede quedar como conclusión y como consigna:
“Ni progresistas ni conservadores: ¡Progresadores!”
.
.