Educación y Resurgimiento.

Olga Cossettini, Maestra.

Cuando digo que quiero una Buenos Aires más educada, quiero decir que quiero, entre otras cosas y por lo menos:

· Una Ciudad en la que la Educación también vuelva a resurgir, que vuelva a ser lo que antes era. Las escuelas porteñas eran orgullo de la Educación argentina y un egresado secundario o universitario de nuestro país era no sólo requerido por el mundo entero sino, además, una garantía de profesional capacitado, educado, culto, respetuoso y cabal.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a asumir la responsabilidad fundamental de construir en nuestro país un pueblo respetuoso; para el que la especulación, el abuso de la fuerza y la "picardía" de los paradigmas sociales negativos, no sean más que el recuerdo de un pasado oscuro y olvidable; de un tiempo terrible en el que los argentinos descuidaron su educación y provocaron su propia ruina moral y social.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a ser una realidad social activa y formativa, educadora del intelecto, el espíritu y el carácter de cada uno de sus alumnos. Para mi, la escuela es una comunidad viva y compleja, compuesta de múltiples individuos heterogéneos que deben ser capacitados para la vida social mediante una preparación homogénea, sin diferencias de clase, poder adquisitivo u origen paterno, o cualquier otra diferencia basada en la mera discriminación social, la xenofobia o el racismo.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a educar para pensar, para que sus alumnos adquieran la capacidad de elección y discernimiento por sobre la repetición y la acumulación enciclopedista de conocimientos inconexos.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a retomar el protagonismo social del festejo patrio; el mismo que tenía antes de que el civismo fuera sacrificado en el frívolo altar del mercantilismo turístico.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a ser el templo laico de la cultura cívica, donde se predique el condigno respeto por los símbolos nacionales y los valores históricos de nuestra patria.

· Una Ciudad que vuelva a poner todo su énfasis en la capacitación, actualización, mejoramiento, bienestar y excelencia del personal docente y de conducción, con el objeto de que sus maestros prediquen por el método inobjetable de la solvencia intelectual y del ejemplo.

· Una Ciudad en la que la escuela no preserve la libertad del alumno sobre la libertad del maestro. La escuela porteña debe hacer volver a comprender que ambos tienen la misma libertad y merecen el mismo respeto.

· Una Ciudad en la que escuela retome su rol educativo en materia de higiene y de urbanidad. Yo quiero una escuela y un docente valiente, que pueda ejercer libre y profesionalmente su labor sin miedo a sumarios ni denuncias administrativas y televisivas.

· Una Ciudad en la que la escuela no se limite a observar pasivamente el conculcamiento de los valores sociales trascedentes.

· Una Ciudad con una Educación pública que entienda que ningún alumno nace malo, como ningún alumno nace irrespetuoso; sino que por el contrario, las faltas de respeto se adquieren y consolidan por una deficiente formación paterna o por la indiferencia de las instituciones educativas que no desean asumir su trascendente rol formador.

· Una Ciudad que se anime de una vez por todas a desandar el pernicioso camino del "laisseferismo" educativo y alcanzar un estadio intermedio sin maestros de mármol pero tampoco de barro; tratando de que el alumno sea educado con respeto, pero que además sea educado para respetar.

· Una Ciudad en la que la escuela vuelva a asumir su rol de educadora social; y a orientar y reordenar sus objetivos educativos programáticos en función de una educación integral del alumno, considerado en su doble carácter de ser intelectual y de ser social.

· Una Ciudad que entienda, de una vez por todas, que un alumno educado en un ambiente escolar anómico y laxo, es un futuro adulto irrespetuoso y negligente. Un alumno al que no se le exige el aseo y el cuidado de su cuerpo y de su aspecto general como se le exige rendimiento escolar, es un futuro adulto descuidado.

· Una Ciudad con una Educación formal que entienda, también de una vez por todas y para siempre, que las faltas de respeto personal y cívico, las falencias higiénicas y la ausencia de frenos superyoicos en la comunidad escolar primaria, han de traducirse -sin dudas- en reacciones simétricas del ex alumno adulto.

· Una Ciudad en la que enseñanza de la "convivencia", es decir, del "vivir con otros", sea reforzada en el ámbito escolar, donde a diario conviven grupos de pares en permanente interacción; reproduciendo en pequeñas proporciones, las mismas correlaciones del mundo adulto.

Una Ciudad, en definitiva, que vuelva a tener una Educación de primer nivel, y entienda, de manera definitiva, que sólo con una Educación de primer nivel tendremos verdaderamente una Ciudad y una sociedad de primer nivel.



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