
La contaminación es, en un alto porcentaje, consecuencia de la corrupción. Es fácil terminar con la contaminación: sólo basta con terminar con la corrupción. O al menos, para disminuir los niveles de contaminación, hay que tratar de que disminuyan los porcentajes de la corrupción.
La contaminación es siempre consecuencia de una corrupción: o política, o industrial, o de las costumbres. Terminar con la contaminación de un río –por ejemplo- es fácil: hay que prohibir que las empresas viertan sus desperdicios tóxicos y contaminantes a ese río y fiscalizar para que los encargados de inspeccionar no sean corrompidos con coimas o con porcentuales de participación en las ganancias de las empresas a cambio de silencio, complicidad o negligencia criminal.
© Todos los derechos reservados. Ley 11.723. Prohibida la reproducción total o parcial de este artículo, por cualquier medio, sin permiso y cita de su autor.