Prólogo y presentación. Me cansé.

Hoy es viernes 2 de enero de 2009.

Hace poco menos de un mes que tuve la inmensa alegría de presentar públicamente el Instituto para Pensar Buenos Aires, el IpeBA, en el Salón Dorado de la Legislatura porteña. Fue el 16 de diciembre pasado. No hace mucho, es cierto.

Pero también es cierto que para presentarlo, y también luego de su presentación, hemos llamado tanto la atención y nos hemos movido tan rápida y enérgicamente, que a esta altura –aunque temprana- ya son muchos los que se preguntan (y me preguntan) cuál es el fundamento ideológico de este proyecto institucional.

Me pregunta qué quiero, qué busco y cuál es mi visión sobre los principales problemas que preocupan a los porteños.

Sobre todo, me preguntan (y me preguntan mucho por cierto) cómo es ese Modelo del Resurgimiento, ese “Modelo Buenos Aires”, del que tanto hablo y para el cual digo que quiero trabajar, proponer, pensar y dar todas las batallas intelectuales, institucionales, legislativas y políticas que sean necesarias para lograr imponerlo.

Es por eso que hoy, a poco más de una quincena de días después de la presentación pública del Instituto, me he decidido a comenzar a escribir y publicar algunos apuntes sobre esas ideas, al menos de las que yo tengo, y que servirán para explicarme, para hacerme entender y para hacer entender cómo sería ese Modelo del Resurgimiento, ese modelo de progreso que yo quiero para Buenos Aires.

Yo se que no es una época fácil para hacerlo.

Esta es una época muy difícil para nuestra Ciudad. Es una época en la que parecen predominar la desmotivación, la falta de mística, la escasez de compromisos sustentables y sobre todo, la ideología perversa de la anti-Política que ha sido instalada entre nosotros de manera cómoda y holgada por ciertos políticos, periodistas y operadores de la neoderecha residual porteña.

Pero estoy convencido.

No me cabe duda que ante tanta desmotivación, ante tanta falta de compromisos sustentables, ante tanta falta de mística, ante tanta perversidad ideológica que busca debilitar a las instituciones comunitarias, a los mecanismos de control estatal y a los partidos políticos, debemos redoblar la apuesta y oponer una actitud resistente, militante, pertinaz, decidida y doctrinaria.

Debemos regenerar la mística.

Debemos organizarnos.

Debemos mostrar claramente nuestras ideas. Debemos escribirlas. Debemos publicarlas. Debemos darle forma de cuerpo doctrinario y hacerlas valer.

Debemos regenerar el valor de la doctrina política, de las ideas políticas.

Debemos regenerar la militancia del pensamiento. Debemos volver a pensar.

Los porteños debemos volver a pensar. Debemos volver a generar tantas usinas de pensamiento como sean necesarias.

Los porteños no tenemos que tener miedo de volver a pensar.

Siempre digo que la Ciudad de Buenos Aires ha sido la nave insignia de la flota municipal de nuestro país y el faro cultural, social y político de América Latina.

Esa Ciudad de Buenos Aires que generó tanto y tan buen pensamiento, que generó tantas ideas y dio a la Humanidad tantos, tan buenos y tan grandes pensadores no debe tener miedo de volver a pensar.

Esa Ciudad de Buenos Aires, nuestra Ciudad de Buenos Aires, que despertó la admiración intelectual de tantos pensadores a lo largo de los últimos dos siglos en todas partes del mundo, no puede quedarse impávida viendo como se produce su propio derrumbe, cómo la debilitan, cómo la deterioran y cómo la condenan al desastre social, político, cultural y económico.

Hoy es viernes 2 de enero de 2009 y estoy cansado.

Me cansé.

Creo que me cansé de lo mismo de lo que se cansaron muchos argentinos y argentinas que viven en la Ciudad de Buenos Aires y a los que tampoco les gusta como está Buenos Aires.

Me cansé de ser espectador.

Me cansé de ver todo lo que no me gusta y no hacer nada ni decir nada.

Llevo muchos años dentro de la Administración Pública tanto nacional como de la Ciudad de Buenos Aires; tanto en el Poder Ejecutivo, como en el Legislativo y el Judicial. He recorrido junto a mis jefes y por causa de mis funciones oficiales o institucionales toda la Ciudad de Buenos Aires, año tras año, durante muchísimos años.

Y es en virtud de todo lo que he visto, oído, analizado y estudiado, que puedo decir que conozco bastante de los problemas de nuestra Ciudad y los vicios y virtudes de la Administración Pública. También puedo decir que he llegado a conocer bastante bien tanto a los viciosos como a los virtuosos de nuestra Administración y de nuestra Política porteña.

Vi. Oí. Recorrí. Estudié. Investigué. Analicé. Y me cansé.

Entonces. . .

ME MANIFIESTO.

Porque no me gustan ni la tibieza, ni la falta de compromiso, ni ninguna de las formas de la cobardía cívica.

Porque no me gustan los que contemporizan, aún en contra de sus propias convicciones.

Quiero y creo en un estado social de derecho, igualitarista y tendiente a que todos tengamos las mismas posibilidades de bienestar, salud, cultura, seguridad, alimento, educación y progreso.


En eso creo y eso quiero. Espero que pronto seamos más. Que seamos muchos.


Yo estoy seguro de que somos muchos los que queremos ver resurgir a Buenos Aires.


Somos muchos los que queremos y nos merecemos una Buenos Aires mejor.




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